martes, 21 de noviembre de 2017

Death Parade (Spoilers)

El otro día escribí una entrada sobre obras que trascienden a la suma de sus partes y consiguen destacar sobre la media por algún aspecto concreto. Son algunos casos raros de valorar porque quizá ante un análisis rigurosos no lograrían alcanzar el aprobado pero tienen algo especial que las eleva. Death Parade estuvo a punto de entrar en ese grupo pero no lo hizo.

Un tiempo atrás vi un vídeo de Mark Brown (si no recuerdo mal) donde se arrepentía de no haber sabido valorar un juego en uno de sus análisis porque no le llegó al corazón y decidió realizar un análisis más ''tradicional''. Más tarde probó otro videojuego de características similares en cuanto a jugabilidad y se dio cuenta de que su valoración anterior había sido errónea porque este tipo de juegos exigen otro tipo de perspectiva.
Es complicado saber exactamente qué requiere una obra de nosotros, sobre todo porque el arte es subjetivo y se sujeta a la interpretación de cada uno. Sí que es cierto que cada arte tiene una idiosincrasia y un lenguaje y en base a esto se puede juzgar hasta cierto punto. Por ejemplo en un videojuego se puede hablar de mecánicas, en la literatura de la prosa -refiriéndome a la forma de escribir- y en el cine de otros muchos aspectos como la interpretación de los actores, la ambientación, etc. Pero el arte no se limita y muchas veces suprimen alguno de estos elementos. Por ejemplo muchos videojuegos optan últimamente por suprimir el modo campaña en algunos títulos, elemento que hasta ahora se consideraba casi indispensable sobre todo en títulos de videoconsolas. O incluso suprimir la jugabilidad casi en su totalidad en pos de contar una historia y sumergir al jugador por completo en la trama -no estoy defendiendo esta práctica-.

De todas formas yo no estoy hablando de estas prácticas heterodoxas, para charlar sobre Death Parade tampoco hace falta recurrir a extremos o abrir un debate. Podría utilizar el ejemplo de Un monstruo viene a verme y Bayona. Mientras estaba en el cine no dejaba de pensar que el guión había tirado por topicazos y le faltaba profundidad al metraje. Estaba seguro de que se trataba de un drama bastante pobre donde las personas se tienen que morir de cáncer para dar pena o les tienen que caer un tsunami encima. Viniendo de Bayona no me equivoqué, no obstante el problema vino cuando el director me quiso hacer llorar y lo consiguió sin complicarse demasiado. Entonces , ¿cómo debería valorar la película cuando es capaz de calarme tan hondo de hacerme llorar? ¿Y si el autor emplea todos esos tópicos porque habla de un sentimiento universal? ¿Y si el ser humano tampoco es tan complejo como parece y creyéndonos cada uno seres totalmente individuales no somos más que múltiplos de un inconsciente colectivo?

Este mismo debate aplica a Undertale, mientras que un tercio de los jugadores lo ven como si fuese la llegada del segundo mesías, hay algunos pocos elegidos que lo ven como un título de jugabilidad pobre, puzzles muy poco inspirados y un humor más bien infantil que no acaba de convencer. Y cuando llegas al final y te quieren contar no se qué de tus actos, te parece bastante pretencioso por lo mal ejecutado que está así como le pasó exactamente a Bioshock.
Y no me quiero poner pesado con el tema de que la verdad es subjetiva y todo eso porque me paso la vida repitiéndolo como un disco rayado, pero me veo obligado a jugar esta carta una vez más. Si Undertale cae y no hay nadie ahí para escucharlo, ¿Undertale ha caído? Gracias a Dios existen los argumentos y así podemos explicar por qué nos gustan o no las cosas, pero vuelvo a repetir, todo es subjetivo, el humor de Undertale puede ser bueno y malo al mismo tiempo dependiendo de la persona. Pero, ¿quién demonios decide si un tipo de humor es bueno o malo? Esto abre un debate inabarcable sobre si es necesario poseer un conocimiento o destrezas concretas para poder juzgar una obra. ¿Es la opinión de un cinéfilo más válida que la de alguien que solo consume cine por entretenimiento? ¿Está la crítica desconectada del entorno real, del público medio al que se dirigen las obras? ¿Es una obra un fracaso cuando es lapidada por la crítica pero alabada por el público?
Afortunadamente hay todo tipo de opiniones y perspectivas para afrontar este debate y yo de momento no tengo una opinión muy bien formada. Lo que sí que puedo decir es que si alguien cuenta un chiste y todos se ríen menos yo, intentaré entender por qué les ha hecho gracia pero no conseguirá hacerme reír. 

Y con todo este royo que he contado llegamos a Death Parade, que no está incluido en mi entrada anterior porque no considero que alguno de sus aspectos o su totalidad supongan algo lo suficientemente destacable como para que yo puedo pensar que le pueda gustar  alguien. Razones que puedo argumentar, pero no me quiero centrar en eso.
Paradójicamente de lo que menos voy a hablar es de Death Parade, ya que es un anime cuya ejecución deja mucho que desear, tiene un formato episódico cuyos arcos argumentales son bastante pobres, abren debates que no plantean bien y tampoco desarrollan, los personajes -sobre todo al final de cada arco- rompen con razonamientos que no tienen ningún sentido , etc.
No obstante el final del anime plantea unas conclusiones muy interesantes y emotivas además de que están bastante bien dirigidas. El ambiente del Quindecim con ese piano de fondo y esos colores tan vivos junto con un diseño de personajes cautivador, sumados a una banda sonora y un opening excelentes, consiguen que el clímax funcione rotundamente bien. Su forma de celebrar la muerte y la vida es excelente y casi se me hizo imposible no llorar con ese final.
Y cómo no, tengo que hablar un poco del final. La conclusión planteaba un dilema bastante trillado, lo típico de (léelo con voz de hastío) ''si puedes volver a la vida matando una persona aleatoria, ¿lo harías?''. La protagonista tiene la respuesta muy clara, con esa premisa decide pulsar el botón, pero una vez el mecanismo lleva mitad de recorrido recuerda la lección tan valiosa que ha aprendido durante esos días en el Quindecim:

La muerte es dolorosa para los que están vivos pero lo es todavía más para los que mueren. Hay una miríada de sentimientos que se han perdido, cientos de cosas que tanto el vivo como el muerto les habría gustado expresar. Todo lo que llevamos en el corazón y decidimos no compartir se convierte en secretos que se pierden en el vacío cuando morimos. Ese dolor es incalculable y lo sabemos muy bien aquellos que hemos perdido un ser querido repentinamente. Por eso cuando ella decide no pulsar el botón porque considera que es injusto tener un derecho que le ha sido arrebatado al resto, simplemente me dejó devastado.
Y qué hablar de cómo trata el suicidio desde otra perspectiva, esa forma de autoarrebatarse ese privilegio que tenemos las personas de compartir nuestros sentimientos con alguien y dividir ese dolor para poder aligerar la carga y seguir avanzando. Qué ingenuos somos de pensar que no nos quiere nadie, que no conseguimos conectar. Qué insoportable sería poder ver a través de una pantalla cómo de devastados quedarían nuestros familiares ante nuestra muerte premeditada. Qué débil e ingenuo es el ser humano.

¿Y qué tiene que ver todo lo que he contado en los primeros párrafos con Death Parade? Es sencillo, podríamos decir que es un chiste macabro que probablemente no le vaya a hacer gracia a nadie, no obstante a mi me ha hecho reír y llorar a partes iguales.






domingo, 19 de noviembre de 2017

4 animes que recomiendo

Esta lista no pretende recomendar los mejores animes o los que más me han gustado, simplemente recomiendo obras que me han parecido destacables por alguna razón y aunque la suma de sus partes no consiga alcanzar la maestría, sí que hay algún aspecto sobresaliente que eleva la obra sobre la media.


91 Days


Nunca he tenido especial interés por las mafias, ni su historia, ni las adaptaciones cinematográficas, ni siquiera los Yakuza después de haber visto cómo Hiroya Oku los pinta como tíos de dos metros y medio totalmente tatuados que empuñan katanas más grandes que ellos.
Pero qué tenía que perder durante la temporada de verano -la más mala para el anime-: un estudio prácticamente nuevo que hasta ahora solo se había encargado de adaptar las últimas temporadas de Durarara!! se anima a producir una serie totalmente original.
Aún con todo esto los milagros no ocurren, un estudio recién salido del huevo con gente de poco renombre en su staff no iba a producir una maravilla, no obstante se las apañaron para lograr algo curioso.

91 Days nos sitúa en Estados Unidos durante la ley seca. A raíz de la prohibición del alcohol el crimen organizado está a la orden del día y las familias que se encargan del negocio clandestino no dejan de crecer.
El protagonista de nuestra historia presencia cómo toda su familia es asesinada por la mafia debido a una traición y recibe una carta de un desconocido que revive sus ansias de venganza. Con la idea de matar a los asesinos de su familia, se infiltra en la familia Vanetti.

La premisa no es demasiado original ni excitante, así como tampoco lo es el desarrollo del anime. Lo verdaderamente relevante de esta serie son sus temas y cómo los trata, siendo el que más me ha gustado el no estar a la altura. Angelo se nos presenta como un personaje fuerte y estratega capaz de desenvolverse con soltura en los momentos más difíciles y manipular los obstáculos para jugarlos a su favor. Los personajes que le acompañan, cada uno en su respectivo campo, parecen poder hacerse un hueco en este mundo hostil, desde su amigo Corteo que parece destacar en la producción del alcohol hasta el coprotagonista que aparente ser un heredero ideal para la familia Vanetti.

Y curiosamente, tras una presentación y desarrollo de unos personajes capaces de tomar las riendas de su destino, la conclusión, como una especie de broma macabra, nos muestra que la realidad es bastante diferente: el más débil es capaz de matar al más fuerte, no existe redención para los pecadores y las consecuencias de los actos -por no estar a la altura en el momento indicado- les perseguirán hasta su muerte arrebatándoles absolutamente todo a su paso. Y para postre, la broma macabra no se acaba ahí, como una especie de narración circular, el final de la obra nos deja con las mismas preguntas que al comienzo, dando a entender que no han aprendido absolutamente nada, que tantos días de sufrimiento y sangre solo les ha servido para estar más confundidos que al comienzo.

Por esta razón recomiendo 91 Days, porque a pesar de ser una historia trivial y sin demasiadas sorpresas, su conclusión fue sorprendentemente buena.



Tsuki Ga Kirei


En esta serie -para la sorpresa del público-, no me voy a extender demasiado porque ya escribí sobre ella. Lo puedes leer AQUÍ. Aún así por aquel entonces no la había acabado y por suerte o por desgracia, la peor parte estaba por llegar. Bueno, comencemos.





Tuski Ga Kirei es una oda al primer amor adolescente y como buena representación de dicho amor debe ser calmada, paciente y nostálgica. Debe tener momentos de confusión y también de destellos fugaces de intensidad. Sobre todo debe tener malentendidos porque si a un adolescente ya le cuesta comprenderse a sí mismo imagínate lo que le debe suponer entender el amor y a su pareja. Y si no hubiese tenido momentos en los que me estaba tirando de los pelos gritándole a la pantalla ''¡besaos joderrrrrr!, no la habría puesto en esta recomendación.
Tsuki Ga Kirei tiene todo lo que le he pedido y además también me ha regalado algún momento entrañable como los capítulos que se van de ''campamento''. Incluso también se toma alguna concesión como añadir subtramas sobre el esfuerzo, los sueños y algún que otro triángulo amoroso sin muchas pretensiones.

Lo que realmente rompió la magia fue el final del anime, que me demostró que la intención del autor y mi interpretación eran bien dispares. Aún así dentro de mi cabeza esos dos jóvenes enamorados, después de veinte años viven cada uno en una punta del mundo y recuerdan con nostalgia su primer amor a pesar de que ni siquiera recuerdan el nombre de su amado.







Hai to Gensou no Grimgar




Grimgar es nada más y nada menos que un puto milagro. Se podría decir que el anime ha creado el género de ''adolescentes llegan a un mundo de fantasía RPG'' y bien todos sabemos que el pionero fue SAO. Más que un género se podría considerar una epidemia y recemos que cuando el anime se internacionalice -que queda bastante poco para ello- no se convierta en una pandemia.
Y todos sabemos también que el estudio A-1 pictures es el demonio, adaptando cosas como SAO, Eromanga Sensei o Fairy Tail entre muchos otros. Sí, han hecho demasiado daño al mundo, sin embargo como los buenos dioses clementes que son, también son un estudio conocido por provocar milagros. Tienen unos productores que bien podrían ser comparados a Jesucristo, que cansados de ganar dinero a veces apuestan por propuestas realmente buenas y nos traen cosas como Shinsekai Yori.
Y tras ver unos tráilers de adolescentes pegándose contra goblins, un par de planos de culos y diseños bastante genéricos, aunque realmente bonitos, la esperanza sobre esta obra era más bien escasa. También debíamos añadir que el material que habían decidido adaptar era totalmente desconocido y con un dibujo imposible.

Para la sorpresa de todos lo que en realidad ocurrió fue una deconstrucción del género. Al fin un anime que había tenido un par de huevos y se atrevió a mostrar a todos los adolescentes que esperaban un par de tetas y garys stus por doquier -que también hubo un poco de ambos- que si entraran por arte de magia en un mundo de estas características hasta un goblin armado con una daga les iba a dar pal' pelo.
En esta serie el grupo de protagonistas está jodido desde el minuto 0, son incompetentes luchando y deben hacerlo para poder sobrevivir o de otra forma morirán de hambre. Deben aprender todo desde el comienzo ya que el enemigo más débil de ese mundo no son los goblins, son ellos. Gritan, sangran, lloran, mueren. Cada misión a superar no solo les debilita físicamente si no que les desgasta mentalmente y el ánimo del grupo se desquebraja por momentos.
Ahora bien, volviendo al paralelismo con Shinsekai Yori debo decirte que no te hagas demasiadas ilusiones. Estas producciones suelen ser tremendamente inestables, es muy común que el presupuesto caiga en algunos capítulos o que incluso tengan que cambiar de staff repentinamente. El guión en Shinsekai contaba con un material orginal excelente, sin embargo en Grimgar tienen que inventar y el guionista y el director no parecen estar demasiado inspirados y el resultado es bastante inconsistente, virando de personajes que se vuelven incoherentes para que la trama avance o ritmos tan lentos e innecesarios que a veces se vuelve insufrible

La mala noticia es que Shinsekai Yori sigue siendo el rey por más que pasen los años, la buena es que A-1 todavía le sigue echando huevos a la producción del anime.
Mención especial al arte: los fondos son de lo mejor que he visto hasta el día de hoy.

Imouto sae Ireba Ii


Sí, estás viendo bien, estoy recomendando una adaptación de una novela ligera estilo Oreimo o Eromanga Sensei. Y sí, la premisa es la misma que las anteriores, un joven japonés al que le gustan las hermanas pequeñas. Al menos quédate unos segundos, por favor, déjame explicarme.

Hace ya bastante tiempo, charlaba con un colega sobre cómo era posible que los japoneses se tomaran tan poco en serio su arte. A pesar de que yo no estoy muy metido en las obras ''menores'' del mundillo ani-manga, mi amigo es un lector asiduo de estas obras ya sea en manga o novelas ligeras. Y sin ir más lejos puedo comentarte premisas reales como ''cada vez que me encuentro con mi compañero de trabajo tengo las tetas tan grandes que se me rompe un botón de la camisa'' o también el clásico Eromanga Sensei: ''estoy enamorado de mi hermana pequeña y escribo novelas sobre eso''. Y estas son las premisas más blanditas que puedes encontrar, a veces he asomado la cabeza por esos lares y sinceramente no me apetece volver a hacerlo.
Sin embargo, estas obras gozan de un fanatismo casi inhumano en Japón, y no solo cuentan con adaptaciones en manga, anime y live actions, sino que también la gente se cospleya de sus personajes, compran dakimuras, alfombrillas de ratón con las tetas de las protagonistas de reposa muñecas y Dios sabe qué cosas más.
Yo, a mis 19 que bien podían ser 89, observaba como un viejo huraño a esos jovencitos que hacen cosas locas, no era capaz de entender cómo los artistas japoneses se podían vender tanto solamente para conseguir dinero. 

Con esta premisa llegamos a Imouse -la abreviación de este anime-, una serie sobre universitarios que se dedican a escribir novelas ligeras. No me habría interesado lo más mínimo si no fuese porque la novela que voy a publicar en Febrero -aprovecho para hacer un poco de spam- de alguna forma nace de la idea de la novela ligera japonesa. Entonces -salvando muchísimo las distancias- digamos que me intereso por esta obra porque de alguna forma van a representar compañeros de oficio.
Como era de esperarse utilizan cualquier excusa para tirarme tetas a la cara, no me puedo tomar en serio a ningún personaje y recurren constantemente a bromas que se vuelven pedantes porque ya las he escuchado millones de veces. Entonces, ¿por qué demonios estoy recomendando esto? Por la metanarrativa.

Para entender este concepto voy a explicarlo utilizando uno de los mejores capítulos de Bakuman. (Recordemos que Bakuman es un anime que trata sobre dos chicos que deciden juntarse para escribir manga). 
En Bakuman hay un capítulo donde los dos protagonistas, a pesar de estar tremendamente ocupados con la producción de su manga, Mashiro decide ir a una reunión de ex alumnos para relajarse un poco. En esta reunión se da cuenta de que todo el esfuerzo que ha invertido en ser mangaka ha tenido un precio bastante alto: existe un anacronismo entre sus antiguos compañeros y él. Se da cuenta de que ha perdido literalmente su juventud por dedicarse a su sueño, no consigue conectar con sus compañeros y en seguida se percata de que sus mundos son totalmente diferentes.
Este capítulo es excelente porque durante unos minutos los autores de Bakuman deciden abandonar la trama principal y hablarle directamente al lector, contarles algo sobre su propia vida, sobre las consecuencias de ser mangaka. Este recurso lo utilizan varias veces durante el anime y me parece de lo mejor que tiene esta obra porque son autores de manga hablando en un manga sobre las consecuencias de elegir ese arduo camino.
Imouse también emplea este recurso, a veces abandona ligeramente la ficción para hablarnos de lo que significa ser un autor de estas obras ligeras: de cómo el protagonista abandona la universidad y no conecta con nadie, cómo estas historias son capaces de salvar a las personas o la propia razón de por qué las sigue escribiendo. Lo hace de forma sutil y siempre volviendo a la ficción en seguida. Es ese cambio de tono la razón del por qué recomiendo esta obra, porque es una novela ligera que me está enseñando a entender ese mundillo. 

Y ya para cerrar quiero decir que hay un capítulo, el último que ha salido a día de hoy, que tiene un cierre excelente. Lo voy a spoilear porque casi todo lo que ocurre en este anime es irrelevante. 
Adaptan a anime una de las novelas de uno de los coprotagonistas y es lapidada por la crítica. En una crisis artística admite que en realidad sus obras son genéricas, comerciales y, como yo decía más arriba, ''menores''; pero sorprendentemente rompe en un ataque de ira y comienza a gritar la verdadera razón del por qué las escribe: las ama. Un día leyó una de esas obras, le encantó y pensó que él también quería participar de esa magia, quería compartir con el mundo más de esas historias que le habían hecho fascinar. Otro personaje rompe a llorar y cuando le pregunta por qué lo hace, le contesta que es porque sabe lo que duele que no funcione algo en lo que has trabajado tan duro.

Esa escena me rompió, no porque sintiera lástima de ellos, sino porque yo soy de los que siempre está al otro lado de la pantalla criticando esas obras menores y porque sarcásticamente estoy a un par de meses de enfrentarme a esa situación.



Curiosamente la obra de la que menos esperaba es la que me ha hecho replantearme algunos aspectos de mi vida, ya que al igual que el autor y sus personajes, voy a dedicar todo mi tiempo y esfuerzo en contar historias.

sábado, 4 de noviembre de 2017

'''La caída de los gigantes'' League of legends Worlds 2017

A pesar de que el ganador es Samsung White, la noticia es Faker.

Ya se veía venir, Bang nunca supo ser el protagonista, eso no quita que fuese el jugador más estable del SKT, siempre haciendo partidas que rozaban la perfección, respaldando a su equipo cuando alguno de los integrantes fallaba en su línea o cometía algún fallo. Bang siempre fue el héroe silencioso del SKT, pero el papel de protagonista le viene demasiado grande.

El 7.18 es un parche complicado, si bien los tiradores siempre han tenido una función decisiva para el equipo, digamos que el protagonismo siempre ha recaído en otras líneas, sobre todo jungla y mid lane. Curiosamente a pesar de ser un parche donde el ADC es el rol más importante, el support se vuelve irrelevante debido a que está condenado al incensario y por lo tanto debe jugar campeones que puedan curar o poner escudos siendo estos los más pasivos salvo excepciones como Taric que no pasa por su mejor momento o Rakan que ha estado baneado en la gran mayoría de partidas.
Top y jungla no son excepciones, los tanques están a la orden del día, los equipos se matan por pickear una sejuani jungla o un cho'gath top lane. Motivo que, respectivamente, ha perjudicado tanto Peanut como a Huni, dos jugadores reconocidos por sus picks agresivos.

Faker ha estado atado de pies y manos, una vez más ha demostrado ser el mejor jugador de League of Legends, aún cuando todo está en su contra y su equipo siempre va por detrás en oro y objetivos, se mantiene líder en farmeo y los fallos brillan por su ausencia. Pero no es suficiente, no en este parche donde el medio al igual que el support cumplen una función de apoyo a su ad carry.

El panorama pintaba mal, sobre el papel ya se veía venir, pero sobre todo se materializó en el partido de SKT contra Misfits, donde estuvieron a punto de palmar y simplemente se salvaron de caer porque sencillamente son los mejores jugadores del mundo. A pesar de que no cometieron grandes mistakes, Misfits siempre iba un paso por delante, SKT supo aprovechar sus fallos y alzarse con la victoria, pero casi se podían considerar throws de Misfits. SKT no ganó por sus logros, sino por los errores de su contrincante. La verdad fue que el nivel de juego de Misfits fue muy superior al de SKT, Hans Sama e Ignar nos sorprendieron con sus bot lanes locas y Alphari destacó incluso enfrentándose al Jayce de Huni.

Pero claro, hoy el enfrentamiento era totalmente distinto, Samsung White no iba a cometer tales errores como perder un anciano por failear un smite, hacer team fights sin sentido o estar fuera de posición en momentos inoportunos. El enfrentamiento de hoy requería no solo lo mejor de todos los jugadores sino también del parche, hoy SKT no se podía permitir una Taliyah mid, Tahm Kench bot y dejar el game sin incensario. Hoy el sacrificio tenía que hacerse, pickear un support con incensario condenando a Wolf a la irrelevancia -aún cuando Bang está jugando a un nivel pobre-, o encargárselo a Faker y perder parte del potencial del mejor jugador del mundo. La respuesta poco importaba, independientemente de quién buildease ese item lo cierto es que Bang no iba a funcionar.

Así transcurre la primera partida: Gragas siempre un paso por detrás  sin atreverse a forzar alguna jugada que le de la ventaja a su equipo. Huni, con su Jayce bloqueado, juega un Gnar que es totalmente aplastado por un Kennen que había predicho el resultado. Faker, que si bien vuelve a hacer una partida bastante buena se ve atenuado por ese Malza cuya ulty evita que se descontrole en las team fights. Y Xayah, aprovechando que nadie le hace padecer demasiado, siempre mantiene ulty o flash para evitar la ulty de Varus y Gragas.

La segunda partida es una extensión de la primera, Peanut sigue siendo bastante irrelevante y esta vez tras bloquear a Jayce pickean Gnar para dejar al Top lane del SKT totalmente desarmado. Se podría decir que por segunda vez consecutiva practicamente pierden por el pick de top y la pasividad de Gragas. Lo más destacable que ocurre en la partida es una ulty de Jarvan que demuestra que, aún estando por detrás, una jugada envalentonada puede cambiar el transcurso de la partida.

La tercera partida tiene mejor pinta. No pueden seguir manteniendo a Wolf encadenada al incensario, Bang no está acertado, necesitan que al menos el support pueda tener más iniciativa y plantear jugadas agresivas. Además, queda demostrado que Huni y Peanut no eran capaces de ni siquiera quitarle los summoners al adc enemigo. Su pick de Leona es clave, además, tienen en medio al mejor jugador del mundo, poco importa si Faker juega un mid agresivo o una Karma a incensario, va a farmear más que el enemigo y cometerá pocos o ningún fallo. Además el cambio de Peanut por Blank parece funcionar: participa en todos los asesinatos, fuerza summoners, tira objetivos...
Con este planteamiento el SKT encabeza la partida, pero no por mucho tiempo, pierden una lucha en medio donde Bang, una vez más, no hace todo el daño que debería hacer y juega muy conservador aún teniendo flash cuando el ADC del Samsung no perdona una. Acto seguido Bang vuelve a fallar en Barón, se lía y hace una mala jugada, salva a Varus con la ulty de Tristana y se muere teniendo flash. Acto seguido él y Faker se suicidan en medio andando delante de un Cho que les silencia.
No pasa nada, Huni y Faker salvan el día, consiguen defender el Nexo, tiran el anciano y parecen volver a retomar las riendas de la partida.
Pero entonces llega el momento que a estas alturas todos habremos visto, ese flash ulty de Varus hacia un Faker incapaz de reaccionar y usar su flash a tiempo. (revisándolo en 2021. le quedaban como 2 segundos para el flash, sin embargo, estaba fuera de posición)

Faker se derrumba y llora porque sabe que han perdido por su fallo. La presión que había sobre sus hombros era demasiado grande, ante un meta donde su equipo no se siente nada cómodo y un Bang que parece pasar por el peor momento de su carrera, lo único que les podía salvar era el milagro que siempre ocurre, la destreza inhumana del mejor jugador del mundo, el talento innato para darle la vuelta a la partida cuando todo parece estar perdido. Pero ocurre lo imposible, no solo no logra alzarse con la victoria sino que comete un fallo crucial que en cualquier otro jugador no habría llamado tanto la atención. Quizá ya habían encontrado la clave de la victoria y solo quedaba repetirla durante dos partidas más para ganar por cuarto año los worlds, pero por desgracia nunca se llegan a jugar.

Acaba la partida y me quedo en silencio, sabía que iban a perder, todos lo sabíamos. El meta les ha castigado demasiado y quizá no han practicado tanto como deberían. Probablemente Faker también lo sabía, ganar era imposible. Aún sabiéndolo llora porque sabe que es el único capaz de hacer lo imposible. Ese fallo de Faker pesa más que el mundial entero, su tristeza nos afecta a todos. Es un jugador que está a un nivel tan alto que un simple tropiezo suyo hace estremecerse a todo el globo. Poco importa la derrota, este meta está llegando a su fin y dentro de poco el SKT se volverá a retomar su título de ''mejor equipo del mundo'', no van a caer, y esto es tan cierto e inevitable como el vacío que se me ha quedado incrustado en el pecho. Joder Faker, por tu culpa hemos creído que los milagros son algo trivial.