domingo, 19 de noviembre de 2017

4 animes que recomiendo

Esta lista no pretende recomendar los mejores animes o los que más me han gustado, simplemente recomiendo obras que me han parecido destacables por alguna razón y aunque la suma de sus partes no consiga alcanzar la maestría, sí que hay algún aspecto sobresaliente que eleva la obra sobre la media.


91 Days


Nunca he tenido especial interés por las mafias, ni su historia, ni las adaptaciones cinematográficas, ni siquiera los Yakuza después de haber visto cómo Hiroya Oku los pinta como tíos de dos metros y medio totalmente tatuados que empuñan katanas más grandes que ellos.
Pero qué tenía que perder durante la temporada de verano -la más mala para el anime-: un estudio prácticamente nuevo que hasta ahora solo se había encargado de adaptar las últimas temporadas de Durarara!! se anima a producir una serie totalmente original.
Aún con todo esto los milagros no ocurren, un estudio recién salido del huevo con gente de poco renombre en su staff no iba a producir una maravilla, no obstante se las apañaron para lograr algo curioso.

91 Days nos sitúa en Estados Unidos durante la ley seca. A raíz de la prohibición del alcohol el crimen organizado está a la orden del día y las familias que se encargan del negocio clandestino no dejan de crecer.
El protagonista de nuestra historia presencia cómo toda su familia es asesinada por la mafia debido a una traición y recibe una carta de un desconocido que revive sus ansias de venganza. Con la idea de matar a los asesinos de su familia, se infiltra en la familia Vanetti.

La premisa no es demasiado original ni excitante, así como tampoco lo es el desarrollo del anime. Lo verdaderamente relevante de esta serie son sus temas y cómo los trata, siendo el que más me ha gustado el no estar a la altura. Angelo se nos presenta como un personaje fuerte y estratega capaz de desenvolverse con soltura en los momentos más difíciles y manipular los obstáculos para jugarlos a su favor. Los personajes que le acompañan, cada uno en su respectivo campo, parecen poder hacerse un hueco en este mundo hostil, desde su amigo Corteo que parece destacar en la producción del alcohol hasta el coprotagonista que aparente ser un heredero ideal para la familia Vanetti.

Y curiosamente, tras una presentación y desarrollo de unos personajes capaces de tomar las riendas de su destino, la conclusión, como una especie de broma macabra, nos muestra que la realidad es bastante diferente: el más débil es capaz de matar al más fuerte, no existe redención para los pecadores y las consecuencias de los actos -por no estar a la altura en el momento indicado- les perseguirán hasta su muerte arrebatándoles absolutamente todo a su paso. Y para postre, la broma macabra no se acaba ahí, como una especie de narración circular, el final de la obra nos deja con las mismas preguntas que al comienzo, dando a entender que no han aprendido absolutamente nada, que tantos días de sufrimiento y sangre solo les ha servido para estar más confundidos que al comienzo.

Por esta razón recomiendo 91 Days, porque a pesar de ser una historia trivial y sin demasiadas sorpresas, su conclusión fue sorprendentemente buena.



Tsuki Ga Kirei


En esta serie -para la sorpresa del público-, no me voy a extender demasiado porque ya escribí sobre ella. Lo puedes leer AQUÍ. Aún así por aquel entonces no la había acabado y por suerte o por desgracia, la peor parte estaba por llegar. Bueno, comencemos.





Tuski Ga Kirei es una oda al primer amor adolescente y como buena representación de dicho amor debe ser calmada, paciente y nostálgica. Debe tener momentos de confusión y también de destellos fugaces de intensidad. Sobre todo debe tener malentendidos porque si a un adolescente ya le cuesta comprenderse a sí mismo imagínate lo que le debe suponer entender el amor y a su pareja. Y si no hubiese tenido momentos en los que me estaba tirando de los pelos gritándole a la pantalla ''¡besaos joderrrrrr!, no la habría puesto en esta recomendación.
Tsuki Ga Kirei tiene todo lo que le he pedido y además también me ha regalado algún momento entrañable como los capítulos que se van de ''campamento''. Incluso también se toma alguna concesión como añadir subtramas sobre el esfuerzo, los sueños y algún que otro triángulo amoroso sin muchas pretensiones.

Lo que realmente rompió la magia fue el final del anime, que me demostró que la intención del autor y mi interpretación eran bien dispares. Aún así dentro de mi cabeza esos dos jóvenes enamorados, después de veinte años viven cada uno en una punta del mundo y recuerdan con nostalgia su primer amor a pesar de que ni siquiera recuerdan el nombre de su amado.







Hai to Gensou no Grimgar




Grimgar es nada más y nada menos que un puto milagro. Se podría decir que el anime ha creado el género de ''adolescentes llegan a un mundo de fantasía RPG'' y bien todos sabemos que el pionero fue SAO. Más que un género se podría considerar una epidemia y recemos que cuando el anime se internacionalice -que queda bastante poco para ello- no se convierta en una pandemia.
Y todos sabemos también que el estudio A-1 pictures es el demonio, adaptando cosas como SAO, Eromanga Sensei o Fairy Tail entre muchos otros. Sí, han hecho demasiado daño al mundo, sin embargo como los buenos dioses clementes que son, también son un estudio conocido por provocar milagros. Tienen unos productores que bien podrían ser comparados a Jesucristo, que cansados de ganar dinero a veces apuestan por propuestas realmente buenas y nos traen cosas como Shinsekai Yori.
Y tras ver unos tráilers de adolescentes pegándose contra goblins, un par de planos de culos y diseños bastante genéricos, aunque realmente bonitos, la esperanza sobre esta obra era más bien escasa. También debíamos añadir que el material que habían decidido adaptar era totalmente desconocido y con un dibujo imposible.

Para la sorpresa de todos lo que en realidad ocurrió fue una deconstrucción del género. Al fin un anime que había tenido un par de huevos y se atrevió a mostrar a todos los adolescentes que esperaban un par de tetas y garys stus por doquier -que también hubo un poco de ambos- que si entraran por arte de magia en un mundo de estas características hasta un goblin armado con una daga les iba a dar pal' pelo.
En esta serie el grupo de protagonistas está jodido desde el minuto 0, son incompetentes luchando y deben hacerlo para poder sobrevivir o de otra forma morirán de hambre. Deben aprender todo desde el comienzo ya que el enemigo más débil de ese mundo no son los goblins, son ellos. Gritan, sangran, lloran, mueren. Cada misión a superar no solo les debilita físicamente si no que les desgasta mentalmente y el ánimo del grupo se desquebraja por momentos.
Ahora bien, volviendo al paralelismo con Shinsekai Yori debo decirte que no te hagas demasiadas ilusiones. Estas producciones suelen ser tremendamente inestables, es muy común que el presupuesto caiga en algunos capítulos o que incluso tengan que cambiar de staff repentinamente. El guión en Shinsekai contaba con un material orginal excelente, sin embargo en Grimgar tienen que inventar y el guionista y el director no parecen estar demasiado inspirados y el resultado es bastante inconsistente, virando de personajes que se vuelven incoherentes para que la trama avance o ritmos tan lentos e innecesarios que a veces se vuelve insufrible

La mala noticia es que Shinsekai Yori sigue siendo el rey por más que pasen los años, la buena es que A-1 todavía le sigue echando huevos a la producción del anime.
Mención especial al arte: los fondos son de lo mejor que he visto hasta el día de hoy.

Imouto sae Ireba Ii


Sí, estás viendo bien, estoy recomendando una adaptación de una novela ligera estilo Oreimo o Eromanga Sensei. Y sí, la premisa es la misma que las anteriores, un joven japonés al que le gustan las hermanas pequeñas. Al menos quédate unos segundos, por favor, déjame explicarme.

Hace ya bastante tiempo, charlaba con un colega sobre cómo era posible que los japoneses se tomaran tan poco en serio su arte. A pesar de que yo no estoy muy metido en las obras ''menores'' del mundillo ani-manga, mi amigo es un lector asiduo de estas obras ya sea en manga o novelas ligeras. Y sin ir más lejos puedo comentarte premisas reales como ''cada vez que me encuentro con mi compañero de trabajo tengo las tetas tan grandes que se me rompe un botón de la camisa'' o también el clásico Eromanga Sensei: ''estoy enamorado de mi hermana pequeña y escribo novelas sobre eso''. Y estas son las premisas más blanditas que puedes encontrar, a veces he asomado la cabeza por esos lares y sinceramente no me apetece volver a hacerlo.
Sin embargo, estas obras gozan de un fanatismo casi inhumano en Japón, y no solo cuentan con adaptaciones en manga, anime y live actions, sino que también la gente se cospleya de sus personajes, compran dakimuras, alfombrillas de ratón con las tetas de las protagonistas de reposa muñecas y Dios sabe qué cosas más.
Yo, a mis 19 que bien podían ser 89, observaba como un viejo huraño a esos jovencitos que hacen cosas locas, no era capaz de entender cómo los artistas japoneses se podían vender tanto solamente para conseguir dinero. 

Con esta premisa llegamos a Imouse -la abreviación de este anime-, una serie sobre universitarios que se dedican a escribir novelas ligeras. No me habría interesado lo más mínimo si no fuese porque la novela que voy a publicar en Febrero -aprovecho para hacer un poco de spam- de alguna forma nace de la idea de la novela ligera japonesa. Entonces -salvando muchísimo las distancias- digamos que me intereso por esta obra porque de alguna forma van a representar compañeros de oficio.
Como era de esperarse utilizan cualquier excusa para tirarme tetas a la cara, no me puedo tomar en serio a ningún personaje y recurren constantemente a bromas que se vuelven pedantes porque ya las he escuchado millones de veces. Entonces, ¿por qué demonios estoy recomendando esto? Por la metanarrativa.

Para entender este concepto voy a explicarlo utilizando uno de los mejores capítulos de Bakuman. (Recordemos que Bakuman es un anime que trata sobre dos chicos que deciden juntarse para escribir manga). 
En Bakuman hay un capítulo donde los dos protagonistas, a pesar de estar tremendamente ocupados con la producción de su manga, Mashiro decide ir a una reunión de ex alumnos para relajarse un poco. En esta reunión se da cuenta de que todo el esfuerzo que ha invertido en ser mangaka ha tenido un precio bastante alto: existe un anacronismo entre sus antiguos compañeros y él. Se da cuenta de que ha perdido literalmente su juventud por dedicarse a su sueño, no consigue conectar con sus compañeros y en seguida se percata de que sus mundos son totalmente diferentes.
Este capítulo es excelente porque durante unos minutos los autores de Bakuman deciden abandonar la trama principal y hablarle directamente al lector, contarles algo sobre su propia vida, sobre las consecuencias de ser mangaka. Este recurso lo utilizan varias veces durante el anime y me parece de lo mejor que tiene esta obra porque son autores de manga hablando en un manga sobre las consecuencias de elegir ese arduo camino.
Imouse también emplea este recurso, a veces abandona ligeramente la ficción para hablarnos de lo que significa ser un autor de estas obras ligeras: de cómo el protagonista abandona la universidad y no conecta con nadie, cómo estas historias son capaces de salvar a las personas o la propia razón de por qué las sigue escribiendo. Lo hace de forma sutil y siempre volviendo a la ficción en seguida. Es ese cambio de tono la razón del por qué recomiendo esta obra, porque es una novela ligera que me está enseñando a entender ese mundillo. 

Y ya para cerrar quiero decir que hay un capítulo, el último que ha salido a día de hoy, que tiene un cierre excelente. Lo voy a spoilear porque casi todo lo que ocurre en este anime es irrelevante. 
Adaptan a anime una de las novelas de uno de los coprotagonistas y es lapidada por la crítica. En una crisis artística admite que en realidad sus obras son genéricas, comerciales y, como yo decía más arriba, ''menores''; pero sorprendentemente rompe en un ataque de ira y comienza a gritar la verdadera razón del por qué las escribe: las ama. Un día leyó una de esas obras, le encantó y pensó que él también quería participar de esa magia, quería compartir con el mundo más de esas historias que le habían hecho fascinar. Otro personaje rompe a llorar y cuando le pregunta por qué lo hace, le contesta que es porque sabe lo que duele que no funcione algo en lo que has trabajado tan duro.

Esa escena me rompió, no porque sintiera lástima de ellos, sino porque yo soy de los que siempre está al otro lado de la pantalla criticando esas obras menores y porque sarcásticamente estoy a un par de meses de enfrentarme a esa situación.



Curiosamente la obra de la que menos esperaba es la que me ha hecho replantearme algunos aspectos de mi vida, ya que al igual que el autor y sus personajes, voy a dedicar todo mi tiempo y esfuerzo en contar historias.

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